jueves, 21 de agosto de 2008

NATUROPATIA ANDALUZA: Tu revista

Si eres naturópata o tienes un centro de formación naturopática...¡ESTA ES TU REVISTA!

FENACO ANDALUCIA con esta publicación mensual pretende ofrecer a sus COLEGIADOS FENACO y al público en general, un referente serio, actualizado y con vocación de servicio público para todas aquellas personas o entidades que deseen estar informados sobre todo lo que acontece en el ámbito de la NATUROPATIA en nuestra Comunidad Andaluza.

Eventos, Noticias, Artículos de Salud, remedios naturopáticos, servicios de naturopatía, etc...
Queremos, con vuestra ayuda, que esta publicación sea lo más completa posible y sirva de altavoz válido para nuestras inquietudes profesionales.

Si quieres colaborar, si quieres publicitarte o si quieres información...dirígete a fenacosevilla@gmail.com te informaremos.


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2 comentarios:

Ramses dijo...

Estimados compañeros aquí teneis el enlace para quien adherirse a la firma por una moratoria de camapaña vacunal cáncer de cullo uterino. El enlace para firmar es:
http://www.caps.pangea.org/declaracion/

RAZONES PARA UNA MORATORIA EN LA APLICACIÓN DE LA VACUNA DEL VIRUS DEL PAPILOMA HUMANO EN ESPAÑA


El CAPS, asociación científica socio-sanitaria, independiente y sin ánimo de lucro, aloja en su web este documento, que firman profesionales y ciudadanía independiente, a título personal.




Ya han firmado 6425 personas - VER LA LISTA COMPLETA




Recientemente el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS) ha dado luz verde a la inclusión en el calendario vacunal en España, con cargo al sistema sanitario público, de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH). Esta decisión se ha tomado a pesar del alto precio de las dosis y de las dudas más que razonables sobre su eventual capacidad y eficiencia para prevenir un número sanitariamente relevante de muertes por cáncer de cérvix en mujeres españolas, comparado con las actuales prácticas preventivas.

Si la vacuna se aplicara a partir del año que viene supondría, sólo en costos de compra del producto (464,58 por persona), sin tener en cuenta el aparato logístico que deberá desarrollarse ex novo para alcanzar una cobertura significativa en cada cohorte de niñas, del orden de unos 125 millones de euros anuales. Para cuando se empiecen a prevenir los primeros casos de cáncer de cuello uterino, dentro de al menos 30 años, el SNS se habrá gastado unos 4.000 millones de euros. Prevenir una sola muerte por cáncer de cérvix, entonces, habrá costado al SNS 8 millones de euros, sin ahorrar un solo euro en el dispositivo actual de detección precoz por citología y tratamiento, pues se recomienda seguir desarrollando estas prácticas aún en poblaciones vacunadas. Lo abultado de las cifras arroja serias dudas sobre el costo oportunidad de la medida, con esta cuantiosa inversión. ¿Cuántas otras iniciativas en prevención o atención sanitaria, se podrían hacer y no se harán? ¿Qué se dejará de hacer de lo que ya se hace, para nivelar los presupuestos?

Los altísimos costos de la vacunación, atacan a la sostenibilidad financiera no sólo del calendario vacunal español, sino de todo el sistema de servicios de salud pública. Sin embargo, el coste no es el único problema grave: la vacuna del VPH ha sido promocionada ante la opinión pública, los sanitarios y los decisores políticos como una vacuna eficaz en la prevención del cáncer de cuello uterino y el sufrimiento que acarrea en las mujeres, cuando esto no es cierto. Sencillamente, esta evidencia científica aún no existe. Los ensayos sobre la vacuna no han podido ver su efecto en la prevención del cáncer, ya que éste tarda mucho en desarrollarse; además, hay posibilidades reales, comprobadas, de cortar el proceso antes de que el cáncer se desarrolle, tanto mediante la inmunidad natural como con el cribado de lesiones precancerosas y su tratamiento. El ensayo que más tiempo de seguimiento ha tenido hasta ahora ha sido de 6 años (y es un ensayo de fase II) y el ensayo en fase III con mayor seguimiento hasta ahora tiene tan sólo 3 años. Dado que el cáncer que se pretende prevenir tarda 30, 50 o más años en desarrollarse, la brevedad de los ensayos es obvia. Por tanto, hará falta aún bastante tiempo para ver si las personas vacunadas en los ensayos clínicos desarrollan o no menos cánceres que las no vacunadas. En países como España, con una incidencia del problema tan baja, esperar debería ser la conducta lógica.

Ciertamente, con la información disponible es razonable esperar que la vacuna acabe demostrando dentro de años que previene algunos cánceres de cuello uterino. Sin embargo, hay que tener en cuenta los siguientes otros factores: la historia natural de la enfermedad (de evolución lenta), la efectividad de los programas de cribado (alta si el sistema cumple con sus obligaciones), que la vacuna no es efectiva contra todos los serotipos cancerígenos, y que España es un país con baja incidencia de cáncer de cérvix. Por todo ello, es probable que en nuestro país el número de cánceres prevenidos no será muy grande.
También se han planteado objeciones razonables relacionadas con la duración de inmunogenicidad –aún no se sabe si serán necesarias dosis de recuerdo o no–, y sobre el comportamiento de los serotipos no incluidos en la vacuna, que quizás ocupen el nicho ecológico de los ahora incluidos. Hay ejemplos recientes de las consecuencias del uso de la vacuna neumocócica sobre la aparición de serotipos no cubiertos con la vacuna que son multiresistentes a los antibióticos y que causan enfermedad neumocócica invasiva.

Ante esta situación de utilidad aún no demostrada, altos costes para el SNS y prevalencia baja, la decisión más racional sería, y es, esperar a que se acumule más evidencia científica.

¿Cómo podemos explicarnos que el SNS no tome la decisión más racional posible cuando se trata de defender el bien público? Obviamente, la industria farmacéutica y especialmente las compañías promotoras llevan años desarrollando estrategias de cooptación y creación de un clima de opinión favorable, exagerando riesgos con el fin de convencernos, primero, de que existía un problema, y de que luego ellos, precisamente, tenían la solución. Las estrategias de disease mongering –invención o exageración de enfermedades para introducir luego un producto farmacéutico– han sido criticadas duramente y con toda razón desde la deontología publicitaria por el abuso de la buena fe y de la aspiración a no sufrir enfermedades que naturalmente tienen la población y los políticos, a menudo legos en cuestiones sanitarias. El caso que nos ocupa supone la consideración novedosa, muy grave, de que toda infección por VPH es una enfermedad a prevenir, lo que es falso; y además con el énfasis, sin duda interesado, en la –no demostrada– prevención del cáncer de cuello uterino en España.

La industria farmacéutica tiene legítimos intereses financieros, pero no todos ni siempre están en sintonía con las necesidades de salud de la población. El escándalo reciente de la terapia hormonal sustitutoria, y la evidencia de que la industria escondió a la opinión pública durante 30 años graves efectos secundarios del tratamiento de una “enfermedad” previamente inventada, no coloca a este sector en una situación de gran credibilidad pública como garante de nuestra salud.

Por todo lo anterior, los firmantes de este texto pedimos al Ministerio de Sanidad y Consumo y a las Consejerías de salud de las CCAA una moratoria en la aplicación de la vacuna del VPH. Nadie ha justificado que haya prisa para la aplicación de este nuevo programa; por ello, solicitamos abrir un periodo de reflexión, de seguimiento de los efectos de la vacuna en poblaciones reales y de realización de estudios para conocer el coste-efectividad a medida que haya nuevos datos. Todo ello permitirá solventar las dudas razonables que existen sobre la idoneidad de este programa de vacunación para España.




Carlos Alvarez-Dardet,
Catedrático de Salud Pública Universidad de Alicante,
Director Journal of Epidemiology and Community Health
e-mail: carlos.alvarez@ua.es




Soledad Márquez Calderón,
Investigadora, Fundación Instituto de Investigación en Servicios de Salud, Sevilla



Beatriz González López-Valcárcel,
Catedrática de Economía Aplicada Universidad de las Palmas de Gran Canaria



Lucía Artazcoz,
Investigadora, Centro de Análisis y Programas Sanitarios




Leonor Taboada,
Periodista Directora de Mujeres y Salud




Ildefonso Hernandez-Aguado,
Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública. Universidad Miguel Hernandez,




Miquel Porta,
Catedrático de Salud Pública Instituto Municipal de Investigación Médica y
Universidad Autónoma de Barcelona




Juan Gérvas,
Equipo CESCA, Madrid



María José Rabanaque Hernández,
Profesora Titular de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Zaragoza



Carmen Valls Llobet,
Medicina Interna. Endocrinogía




Carmen Sanchez Contador Escudero,
Médica del Servicio de Promoción de la Salud - Consellería de Salut del Govern de les Illes Balears




Carmen Mosquera Tenreiro,
Epidemióloga-Consejería de Salud y Servicios Sanitarios de Asturias




María José Hernandez Ortiz,
Médica,Presidenta de ADIBS (Asociación de Mujeres y Salud de las Islas Baleares)




Jimena Jimenez Madrazo,
Médica, Instituto DIS (Dona i Salut). Baleares






Ya han firmado 6425 personas - VER LA LISTA COMPLETA




Nombre y Apellidos (obligatorio)
DNI (obligatorio y confidencial)
E-mail (opcional y confidencial)
Profesión/Institución




Aviso Legal





RAZONES PARA UNA MORATORIA EN LA APLICACIÓN DE LA VACUNA DEL VIRUS DEL PAPILOMA HUMANO EN ESPAÑA


El CAPS, asociación científica socio-sanitaria, independiente y sin ánimo de lucro, aloja en su web este documento, que firman profesionales y ciudadanía independiente, a título personal.




Ya han firmado 6425 personas - VER LA LISTA COMPLETA




Recientemente el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS) ha dado luz verde a la inclusión en el calendario vacunal en España, con cargo al sistema sanitario público, de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH). Esta decisión se ha tomado a pesar del alto precio de las dosis y de las dudas más que razonables sobre su eventual capacidad y eficiencia para prevenir un número sanitariamente relevante de muertes por cáncer de cérvix en mujeres españolas, comparado con las actuales prácticas preventivas.

Si la vacuna se aplicara a partir del año que viene supondría, sólo en costos de compra del producto (464,58 por persona), sin tener en cuenta el aparato logístico que deberá desarrollarse ex novo para alcanzar una cobertura significativa en cada cohorte de niñas, del orden de unos 125 millones de euros anuales. Para cuando se empiecen a prevenir los primeros casos de cáncer de cuello uterino, dentro de al menos 30 años, el SNS se habrá gastado unos 4.000 millones de euros. Prevenir una sola muerte por cáncer de cérvix, entonces, habrá costado al SNS 8 millones de euros, sin ahorrar un solo euro en el dispositivo actual de detección precoz por citología y tratamiento, pues se recomienda seguir desarrollando estas prácticas aún en poblaciones vacunadas. Lo abultado de las cifras arroja serias dudas sobre el costo oportunidad de la medida, con esta cuantiosa inversión. ¿Cuántas otras iniciativas en prevención o atención sanitaria, se podrían hacer y no se harán? ¿Qué se dejará de hacer de lo que ya se hace, para nivelar los presupuestos?

Los altísimos costos de la vacunación, atacan a la sostenibilidad financiera no sólo del calendario vacunal español, sino de todo el sistema de servicios de salud pública. Sin embargo, el coste no es el único problema grave: la vacuna del VPH ha sido promocionada ante la opinión pública, los sanitarios y los decisores políticos como una vacuna eficaz en la prevención del cáncer de cuello uterino y el sufrimiento que acarrea en las mujeres, cuando esto no es cierto. Sencillamente, esta evidencia científica aún no existe. Los ensayos sobre la vacuna no han podido ver su efecto en la prevención del cáncer, ya que éste tarda mucho en desarrollarse; además, hay posibilidades reales, comprobadas, de cortar el proceso antes de que el cáncer se desarrolle, tanto mediante la inmunidad natural como con el cribado de lesiones precancerosas y su tratamiento. El ensayo que más tiempo de seguimiento ha tenido hasta ahora ha sido de 6 años (y es un ensayo de fase II) y el ensayo en fase III con mayor seguimiento hasta ahora tiene tan sólo 3 años. Dado que el cáncer que se pretende prevenir tarda 30, 50 o más años en desarrollarse, la brevedad de los ensayos es obvia. Por tanto, hará falta aún bastante tiempo para ver si las personas vacunadas en los ensayos clínicos desarrollan o no menos cánceres que las no vacunadas. En países como España, con una incidencia del problema tan baja, esperar debería ser la conducta lógica.

Ciertamente, con la información disponible es razonable esperar que la vacuna acabe demostrando dentro de años que previene algunos cánceres de cuello uterino. Sin embargo, hay que tener en cuenta los siguientes otros factores: la historia natural de la enfermedad (de evolución lenta), la efectividad de los programas de cribado (alta si el sistema cumple con sus obligaciones), que la vacuna no es efectiva contra todos los serotipos cancerígenos, y que España es un país con baja incidencia de cáncer de cérvix. Por todo ello, es probable que en nuestro país el número de cánceres prevenidos no será muy grande.
También se han planteado objeciones razonables relacionadas con la duración de inmunogenicidad –aún no se sabe si serán necesarias dosis de recuerdo o no–, y sobre el comportamiento de los serotipos no incluidos en la vacuna, que quizás ocupen el nicho ecológico de los ahora incluidos. Hay ejemplos recientes de las consecuencias del uso de la vacuna neumocócica sobre la aparición de serotipos no cubiertos con la vacuna que son multiresistentes a los antibióticos y que causan enfermedad neumocócica invasiva.

Ante esta situación de utilidad aún no demostrada, altos costes para el SNS y prevalencia baja, la decisión más racional sería, y es, esperar a que se acumule más evidencia científica.

¿Cómo podemos explicarnos que el SNS no tome la decisión más racional posible cuando se trata de defender el bien público? Obviamente, la industria farmacéutica y especialmente las compañías promotoras llevan años desarrollando estrategias de cooptación y creación de un clima de opinión favorable, exagerando riesgos con el fin de convencernos, primero, de que existía un problema, y de que luego ellos, precisamente, tenían la solución. Las estrategias de disease mongering –invención o exageración de enfermedades para introducir luego un producto farmacéutico– han sido criticadas duramente y con toda razón desde la deontología publicitaria por el abuso de la buena fe y de la aspiración a no sufrir enfermedades que naturalmente tienen la población y los políticos, a menudo legos en cuestiones sanitarias. El caso que nos ocupa supone la consideración novedosa, muy grave, de que toda infección por VPH es una enfermedad a prevenir, lo que es falso; y además con el énfasis, sin duda interesado, en la –no demostrada– prevención del cáncer de cuello uterino en España.

La industria farmacéutica tiene legítimos intereses financieros, pero no todos ni siempre están en sintonía con las necesidades de salud de la población. El escándalo reciente de la terapia hormonal sustitutoria, y la evidencia de que la industria escondió a la opinión pública durante 30 años graves efectos secundarios del tratamiento de una “enfermedad” previamente inventada, no coloca a este sector en una situación de gran credibilidad pública como garante de nuestra salud.

Por todo lo anterior, los firmantes de este texto pedimos al Ministerio de Sanidad y Consumo y a las Consejerías de salud de las CCAA una moratoria en la aplicación de la vacuna del VPH. Nadie ha justificado que haya prisa para la aplicación de este nuevo programa; por ello, solicitamos abrir un periodo de reflexión, de seguimiento de los efectos de la vacuna en poblaciones reales y de realización de estudios para conocer el coste-efectividad a medida que haya nuevos datos. Todo ello permitirá solventar las dudas razonables que existen sobre la idoneidad de este programa de vacunación para España.




Carlos Alvarez-Dardet,
Catedrático de Salud Pública Universidad de Alicante,
Director Journal of Epidemiology and Community Health
e-mail: carlos.alvarez@ua.es




Soledad Márquez Calderón,
Investigadora, Fundación Instituto de Investigación en Servicios de Salud, Sevilla



Beatriz González López-Valcárcel,
Catedrática de Economía Aplicada Universidad de las Palmas de Gran Canaria



Lucía Artazcoz,
Investigadora, Centro de Análisis y Programas Sanitarios




Leonor Taboada,
Periodista Directora de Mujeres y Salud




Ildefonso Hernandez-Aguado,
Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública. Universidad Miguel Hernandez,




Miquel Porta,
Catedrático de Salud Pública Instituto Municipal de Investigación Médica y
Universidad Autónoma de Barcelona




Juan Gérvas,
Equipo CESCA, Madrid



María José Rabanaque Hernández,
Profesora Titular de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Zaragoza



Carmen Valls Llobet,
Medicina Interna. Endocrinogía




Carmen Sanchez Contador Escudero,
Médica del Servicio de Promoción de la Salud - Consellería de Salut del Govern de les Illes Balears




Carmen Mosquera Tenreiro,
Epidemióloga-Consejería de Salud y Servicios Sanitarios de Asturias




María José Hernandez Ortiz,
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Jimena Jimenez Madrazo,
Médica, Instituto DIS (Dona i Salut). Baleares






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El CAPS, asociación científica socio-sanitaria, independiente y sin ánimo de lucro, aloja en su web este documento, que firman profesionales y ciudadanía independiente, a título personal.




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Recientemente el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS) ha dado luz verde a la inclusión en el calendario vacunal en España, con cargo al sistema sanitario público, de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH). Esta decisión se ha tomado a pesar del alto precio de las dosis y de las dudas más que razonables sobre su eventual capacidad y eficiencia para prevenir un número sanitariamente relevante de muertes por cáncer de cérvix en mujeres españolas, comparado con las actuales prácticas preventivas.

Si la vacuna se aplicara a partir del año que viene supondría, sólo en costos de compra del producto (464,58 por persona), sin tener en cuenta el aparato logístico que deberá desarrollarse ex novo para alcanzar una cobertura significativa en cada cohorte de niñas, del orden de unos 125 millones de euros anuales. Para cuando se empiecen a prevenir los primeros casos de cáncer de cuello uterino, dentro de al menos 30 años, el SNS se habrá gastado unos 4.000 millones de euros. Prevenir una sola muerte por cáncer de cérvix, entonces, habrá costado al SNS 8 millones de euros, sin ahorrar un solo euro en el dispositivo actual de detección precoz por citología y tratamiento, pues se recomienda seguir desarrollando estas prácticas aún en poblaciones vacunadas. Lo abultado de las cifras arroja serias dudas sobre el costo oportunidad de la medida, con esta cuantiosa inversión. ¿Cuántas otras iniciativas en prevención o atención sanitaria, se podrían hacer y no se harán? ¿Qué se dejará de hacer de lo que ya se hace, para nivelar los presupuestos?

Los altísimos costos de la vacunación, atacan a la sostenibilidad financiera no sólo del calendario vacunal español, sino de todo el sistema de servicios de salud pública. Sin embargo, el coste no es el único problema grave: la vacuna del VPH ha sido promocionada ante la opinión pública, los sanitarios y los decisores políticos como una vacuna eficaz en la prevención del cáncer de cuello uterino y el sufrimiento que acarrea en las mujeres, cuando esto no es cierto. Sencillamente, esta evidencia científica aún no existe. Los ensayos sobre la vacuna no han podido ver su efecto en la prevención del cáncer, ya que éste tarda mucho en desarrollarse; además, hay posibilidades reales, comprobadas, de cortar el proceso antes de que el cáncer se desarrolle, tanto mediante la inmunidad natural como con el cribado de lesiones precancerosas y su tratamiento. El ensayo que más tiempo de seguimiento ha tenido hasta ahora ha sido de 6 años (y es un ensayo de fase II) y el ensayo en fase III con mayor seguimiento hasta ahora tiene tan sólo 3 años. Dado que el cáncer que se pretende prevenir tarda 30, 50 o más años en desarrollarse, la brevedad de los ensayos es obvia. Por tanto, hará falta aún bastante tiempo para ver si las personas vacunadas en los ensayos clínicos desarrollan o no menos cánceres que las no vacunadas. En países como España, con una incidencia del problema tan baja, esperar debería ser la conducta lógica.

Ciertamente, con la información disponible es razonable esperar que la vacuna acabe demostrando dentro de años que previene algunos cánceres de cuello uterino. Sin embargo, hay que tener en cuenta los siguientes otros factores: la historia natural de la enfermedad (de evolución lenta), la efectividad de los programas de cribado (alta si el sistema cumple con sus obligaciones), que la vacuna no es efectiva contra todos los serotipos cancerígenos, y que España es un país con baja incidencia de cáncer de cérvix. Por todo ello, es probable que en nuestro país el número de cánceres prevenidos no será muy grande.
También se han planteado objeciones razonables relacionadas con la duración de inmunogenicidad –aún no se sabe si serán necesarias dosis de recuerdo o no–, y sobre el comportamiento de los serotipos no incluidos en la vacuna, que quizás ocupen el nicho ecológico de los ahora incluidos. Hay ejemplos recientes de las consecuencias del uso de la vacuna neumocócica sobre la aparición de serotipos no cubiertos con la vacuna que son multiresistentes a los antibióticos y que causan enfermedad neumocócica invasiva.

Ante esta situación de utilidad aún no demostrada, altos costes para el SNS y prevalencia baja, la decisión más racional sería, y es, esperar a que se acumule más evidencia científica.

¿Cómo podemos explicarnos que el SNS no tome la decisión más racional posible cuando se trata de defender el bien público? Obviamente, la industria farmacéutica y especialmente las compañías promotoras llevan años desarrollando estrategias de cooptación y creación de un clima de opinión favorable, exagerando riesgos con el fin de convencernos, primero, de que existía un problema, y de que luego ellos, precisamente, tenían la solución. Las estrategias de disease mongering –invención o exageración de enfermedades para introducir luego un producto farmacéutico– han sido criticadas duramente y con toda razón desde la deontología publicitaria por el abuso de la buena fe y de la aspiración a no sufrir enfermedades que naturalmente tienen la población y los políticos, a menudo legos en cuestiones sanitarias. El caso que nos ocupa supone la consideración novedosa, muy grave, de que toda infección por VPH es una enfermedad a prevenir, lo que es falso; y además con el énfasis, sin duda interesado, en la –no demostrada– prevención del cáncer de cuello uterino en España.

La industria farmacéutica tiene legítimos intereses financieros, pero no todos ni siempre están en sintonía con las necesidades de salud de la población. El escándalo reciente de la terapia hormonal sustitutoria, y la evidencia de que la industria escondió a la opinión pública durante 30 años graves efectos secundarios del tratamiento de una “enfermedad” previamente inventada, no coloca a este sector en una situación de gran credibilidad pública como garante de nuestra salud.

Por todo lo anterior, los firmantes de este texto pedimos al Ministerio de Sanidad y Consumo y a las Consejerías de salud de las CCAA una moratoria en la aplicación de la vacuna del VPH. Nadie ha justificado que haya prisa para la aplicación de este nuevo programa; por ello, solicitamos abrir un periodo de reflexión, de seguimiento de los efectos de la vacuna en poblaciones reales y de realización de estudios para conocer el coste-efectividad a medida que haya nuevos datos. Todo ello permitirá solventar las dudas razonables que existen sobre la idoneidad de este programa de vacunación para España.




Carlos Alvarez-Dardet,
Catedrático de Salud Pública Universidad de Alicante,
Director Journal of Epidemiology and Community Health
e-mail: carlos.alvarez@ua.es




Soledad Márquez Calderón,
Investigadora, Fundación Instituto de Investigación en Servicios de Salud, Sevilla



Beatriz González López-Valcárcel,
Catedrática de Economía Aplicada Universidad de las Palmas de Gran Canaria



Lucía Artazcoz,
Investigadora, Centro de Análisis y Programas Sanitarios




Leonor Taboada,
Periodista Directora de Mujeres y Salud




Ildefonso Hernandez-Aguado,
Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública. Universidad Miguel Hernandez,




Miquel Porta,
Catedrático de Salud Pública Instituto Municipal de Investigación Médica y
Universidad Autónoma de Barcelona




Juan Gérvas,
Equipo CESCA, Madrid



María José Rabanaque Hernández,
Profesora Titular de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Zaragoza



Carmen Valls Llobet,
Medicina Interna. Endocrinogía




Carmen Sanchez Contador Escudero,
Médica del Servicio de Promoción de la Salud - Consellería de Salut del Govern de les Illes Balears




Carmen Mosquera Tenreiro,
Epidemióloga-Consejería de Salud y Servicios Sanitarios de Asturias




María José Hernandez Ortiz,
Médica,Presidenta de ADIBS (Asociación de Mujeres y Salud de las Islas Baleares)




Jimena Jimenez Madrazo,
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Ramses dijo...

Estimados compañeros este un modelo dirigido a la consjera de salud, instándole a que dicte una moratoria para la acmpaña vacunal inminente.


CONSEJERÍA DE SALUD –JUNTA DE ANDALUCÍA
SRA. CONSEJERA
Avda de la Innovación – Edificio Arenas

Sevilla capital

. Como ciudadano y .................... , con conocimientos de estadística, epidemiología, juzgamos razonable esta moratoria.

Por lo que solicitamos así se publicitada, la moratoria, sine die, ante los medios y la población andaluza, que es a quien nos debemos. Apelando, como mínimo, al Principio de Precaución.
Advirtiendo a la ciudadanía andaluza de forma abierta y tajante que no se trata de una vacunación con carácter obligatorio, y que previamente los responsables tutores legales, o padres, madres, etc., sean informados de todo, hasta de las nueve mil comunicaciones de efectos adversos habidos en los EE.UU. con la aplicación de esta vacuna y demás pormenores que de manera muy lúcida ha precisado el profesor Carlos Álvarez Dardet, muy querido por todos nosotros, siendo el primer español que lidera una revista internacional de epidemiología.

Sea confeccionado con antelación, cuando de manera razonable la moratoria se inhabilite, un pliego de Consentimiento Informado, detallando, al menos circunstancias, todos los efectos adversos conocidos, y de otra un Seguro de Responsabilidad Civil y Profesional, acordando las cantidades de indemnización con las Mutuas, Consumidores y Usuarios y demás partes del sector.

Asimismo sean, los profesionales de la salud que participen, informados de todos estos aspectos, para que en su momento proporcionen información basada en la evidencia, ya que son responsables, conjuntamente con la administración.

Del mismo modo, ya que las vacunas No son obligatorias, y dependen de lo que se enjuicie en conciencia por los individuos, personas, tutores legales, padres, madres, etc., se prevenga a las autoridades de anunciar cálculos premonitorios sobre cobertura vacunal, como ahora se ha hecho público: "La Junta de Andalucía vacunará 4.000 niñas andaluzas en septiembre de 2008". De hecho, deben rectificar este "avance" en los mismos medios donde se le ha dado publicidad, y a través de ruedas de prensa correspondientes, cuando sea el caso, restituyendo la veracidad y normalidad democráticas.

Lo que esperamos de su justa equidad, juicio serenísimo.

En .......... a .... de ............. de 2008


Saludos cordiales. .................................................................
Postdata: Séanme comunicadas las estimaciones sobre la ejecución y subsanación de errores en breve, antes de la ejecución de la campaña. Domicilio para notificaciones:

..................................................... y móvil ..................... y fijo ....................